El Documentos TV “
La mente del asesino escolar” es un
magnífico documental sobre algunas de las variables relacionadas con la
conducta violenta, en especial con la de los jóvenes.
Andy William, la matanza de Columbine,
Adam Lanza… A través del análisis de jóvenes implicados en tiroteos en escuelas,
el reportaje profundiza en variables neurofisiológicas, factores relacionales y
sociales, propuestas de intervención y prevención, todos ellos con datos
científicos y análisis por profesionales de renombre.
Neurodesarrollo y educación, son solo algunas de las variables implicadas en
el desarrollo de la conducta violenta en estos jóvenes. Trastornos psicológicos
como la depresión, tienen una base fisiológica que influye en nuestra
percepción del mundo y nuestra reacción frente a los estímulos (así se muestra
en el documental a través de la aplicación del test de Stroop y técnicas de neuroimagen). Pero, ¿podemos aplicar este conocimiento en la prevención de los sucesos? ¿por qué deciden matar, si su interés primario era suicidarse? ¿cuál
es la diferencia entre aquellos que dan el paso o los que no lo hacen? El
estado actual del conocimiento sobre predicción del riesgo no nos permite
conocer la respuesta con exactitud a todas estas preguntas, aunque sin duda los
avances en la materia están siendo significativos en los últimos años. Entre
las explicaciones se analiza la identificación con el antihéroe (por ejemplo el
Joker de Batman).
El documental también analiza las
medidas impuestas para jóvenes multireincidentes, con el ejemplo del Centro de
Tratamiento de Menores Mendota. Las más innovadoras se centran en motivar y reforzar
positivamente (frente al mero castigo), en un intento por reducir la reincidencia y el empeoramiento de jóvenes
violentos (con resultados exitosos). Asimismo,
se niega la existencia de causas perdidas, es decir, jóvenes con los que ya
nada se puede hacer. Paul Frick afirma, “los
chavales solo son causas perdidas si no estamos dispuestos a darles los
recursos que necesitan”.
Como es habitual, se analiza la
relación entre el trastorno mental y la conducta violenta, con el ejemplo de
una madre y su hijo con ataques de ira en los que llega a utilizar cuchillos.
¿Son tratadas de forma adecuada estas personas?, ¿cómo podemos gestionar su
riesgo?, ¿cómo etiquetamos el caso y para qué vale esta etiqueta? TDAH, espectro
autista, trastorno desafiante…
El debate continúa presente en nuestra sociedad, y aunque podemos conocer con más detalle las situaciones vinculadas a estos sucesos
violentos ello no significa que podamos prevenirlos todos.